Lo que aprendí (y aprendo) fuera de «la zona de confort»

-Si trabajas de cara al público debes mantener las buenas formas en todo momento.

-La gente no sabe aburrirse, irremediablemente necesitan una pantalla para llenar su viaje en metro con estímulos efímeros.

-Hay historias y circunstancias que irremediablemente pocas veces sabrás y aun así seguirás juzgando ciertas actitudes y situaciones.

-La educación y los valores empiezan desde pequeño. Muchos adultos están corrompidos por dentro justificando sus acciones al “me he cansado o soy así”.

-Hay gente irremediablemente atractiva e irremediablemente joven.

-Si miras en vez de ver, descubrirás que hay barrios con identidad propia, con matices y con historias de superación detrás.

-Cualquier situación de riesgo se termina por normalizar, se deja de tener respeto a la enfermedad y se saltan las normas, las reglas y hasta la empatía.

-Descubrirás que quien te quiere ayudar, aunque sea en la distancia y con falta de recursos lo hará vía whatshapp, vía comentario o vía foto. Cuando menos te los esperas. Menos mal.

-Cuando no hay nada que perder ni ganar, te lanzas. Arrancas el coche, pones el GPS y si te pierdes no importa, vuelves a empezar.

-Cada día será un comienzo nuevo. Una nueva oportunidad o un nuevo descubrimiento.Es quizás esto último lo que más valorarás de estar fuera de tu zona de confort. El dejarte sorprender S I E M P R E.

-Precisamente el «volver a empezar» no es una opción, es un estilo de vida, donde la palabra riesgo carece de importancia.

Cuando estás fuera de la zona de confort, hay menos miedo y más ganas. Más inquietudes y menos dramas. Más seguridad interna pero menos calma.


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