Ó el arte de la no frustración. Admiro ese poder intrínseco que tienen algunas personas de aceptar y fluir con todo lo no previsto que acontece en su vida.
Admiro el poder de aceptación y trabajo en ese sentido. Ese «digerir emocional» de cómo están las cosas. Ni bien, ni mal, sencillamente están.
Aprender a aceptar es un súper poder que nace de la voluntad y el esfuerzo diario de darle la «vuelta a la tortilla», de cambiar ese punto de vista y de evitar mirar atrás. Porque lo importante es cómo te desenvuelves en el ahora.
Aceptar se acepta todo. Pero los resquicios de frustración, tristeza y apatía hay que saberlos gestionar. Ése es el verdadero artista, el que hace de todo este proceso un episodio épico donde por supuesto la batalla siempre es ganada.
Quizás tú también formes parte de esa aceptación mundial de que las cosas, no siempre vienen como pensabas. Que hay piezas que no encajan y que a la película creada allá por los 2000 le faltan tramas y le sobran batallas. No te quedará otra, que aceptar el papel asignado; echarle imaginación, fortaleza y cierta dosis de comicidad para ver que lo importante nunca fue la sinopsis en sí, sino la forma en que el protagonista se hizo con todo.