Nunca es tarde para empezar de nuevo. Eso es justo lo que te acabo de decir por teléfono. Y parece como si hubiera pasado un ángel entre mis palabras y las tuyas. Pero es cierto, nunca es tarde para empezar otra vez, de 0, desde el principio, desde la meta o la salida, según se mire. Nadie medirá tu tiempo ni tus horas de espera. Nadie sabe lo que realmente sientes, salvo tú, así que no pienses tanto, que yo te espero, a que hagas la lista más larga o corta que hayas escrito, llena de cosas por cumplir. No te agobies, que el viaje dura lo que tu quieras que dure, que tu casa siempre estará donde estemos los dos, dónde no haya paredes ni pasillos y los recuerdos más increíbles se cuentan en cualquier parque o bar.
Que el país y la pertenencia a algo se lleva por dentro, que eso no quita que recorramos mundo y descubramos lugares donde poder decir: ¡qué bien se está aquí! Quizás no hayamos sabido aprovechar el tiempo, porque cuando piensas que te queda medio siglo más por delante (por lo menos) no reparas en el ahora. Sin embargo, amor, todavía somos jóvenes para adelantarnos a la primavera, al verano y a todas las estaciones pendientes por llegar para volver a empezar de nuevo.